21 de agosto de 2009

La luz más alejada del antiguo Occidente: La Torre de Hércules.



En los primeros años del siglo II d.C., gobernando por entonces el inmenso imperio romano el augusto Marco Ulpio Trajano (52-117), nacido en la ciudad de Itálica (Hispania) -por tanto el primer emperador no italiano de la historia-, se construyó un gran faro en la costa cercana a la ciudad gallega de La Coruña -denominada por entonces Brigantium- y de muy grandes dimensiones para la época, faro que se acabaría llamando La Torre de Hércules. Funcionó como faro durante casi trescientos cincuenta años ininterrumpidamente, ofreciendo su luz y su guía a multitud de barcos que hacían la ruta del norte desde el estrecho de Gibraltar.

Al declive del imperio romano de occidente (siglo VI) deja de usarse como tal y no se reutilizaría de nuevo sino hasta el siglo XVII, es decir, que hasta más de mil doscientos años después no se volvería a utilizar con su antigua función. En aquellos años se instalaron unas torrecillas en su cúspide y se colgaron unos faroles apropiados para permitir orientar y mejorar la navegación por esas difíciles y duras costas gallegas. Pero no fue sino hasta finales del siglo XVIII, el siglo ilustrado, cuando se realizaron las reformas necesarias para mejorar y acondicionar el faro completamente. Obras que configurarían su aspecto actual (porque nada tiene que ver hoy con su antigua construcción romana, salvo los cimientos). Actualmente sigue utilizándose La Torre de Hércules, desde su antiguo emplazamiento, para auxiliar a los barcos en su paso por las difíciles y fieras costas de Galicia.

(Imágenes de la Torre de Hércules, de la costa coruñesa y de la ciudad de La Coruña, España.)

20 de agosto de 2009

Un gran héroe olvidado: el Almirante don Blas de Lezo.



En toda su historia, España ha tenido muchos hombres que dedicaron su vida a la mar y a la guerra. Ambas cosas fueron abundantes en España, y permitieron a pequeños hidalgos de no muy lustrosa extracción social llegar a escalar los mayores peldaños hacia la gloria. Blas de Lezo y Olavarrieta nació en la portuaria y bella ciudad vasca de Pasajes, cerca de San Sebastián, en el año del Señor de 1689, y fallecería en Cartagena de Indias, Colombia, en el año 1741. De familia marinera, se formaría inicialmente en Francia gracias a los fuertes vínculos que por entonces la corte española mantenía con el país vecino. Rápidamente participaría Blas de Lezo en muchas batallas navales, que iniciaría con apenas 15 años. Incluso en una de esas batallas llegaría a perder muy joven su pierna izquierda. Con apenas dieciocho años, en el asedio de Tolón,  en la costa sur de Francia, un cañonazo enemigo le insertaría una esquirla de madera en su cara, perdiendo así el ojo izquierdo para siempre. Con veintitrés años, le ascienden a capitán de fragata y, dos años después, a capitán de navío.

En la guerra de Sucesión española (1701-1715), en el llamado sitio de Barcelona, y con veinticinco años, pierde Blas de Lezo el antebrazo derecho, demostrando un valor extraordinario ante la adversidad y sus heridas. En el año 1723 obtuvo el mando de las fuerzas navales de los Mares del Sur -océano Pacífico español-, limpiando entonces las aguas españolas de piratas y corsarios, permaneciendo allí hasta el año 1730 en que es llamado a España por el rey Felipe V. Como recompensa por sus servicios, es promovido a Jefe de la Escuadra del Mediterráneo, realizando heroicos y eficaces ataques contra los piratas berberiscos de Orán. En el año 1734 el rey Felipe V de España (1683-1746) lo nombra Teniente General de la Armada siendo destinado a dirigir la Comandancia General del Departamento de Cádiz. Al año siguiente es llamado a la Corte en Madrid, pero, no soportaba las comodidades de la vida civil ni la falta de acción ni el estar alejado de su amado mar. Solicita permiso a su Majestad para poder embarcar de nuevo en un buque de guerra. Felipe V se lo concede y es nombrado Comandante General de la Flota de Tierra Firme (Continente sudamericano). Llega a Cartagena de Indias en el año 1737 para asumir la Comandancia General de aquel importante bastión caribeño.

Los ingleses habían decidido hostigar el Caribe español y obtener así beneficios económicos paliando el monopolio marítimo de España en esas latitudes. Con una excusa cualquiera, Inglaterra declara la guerra a España en el año 1739. Aprovecha entonces el almirante inglés Sir Vernon una oportunidad bélica única -disponer de una gran flota británica- para llevar a cabo un ingente desembarco en Cartagena de Indias (desde la Armada Invencible española del siglo XVI no se había visto una flota de asalto mayor en el  mundo, al menos hasta el desembarco aliado, siglos después, en Normandía durante la Segunda Guerra mundial). Con una flota de ciento ochenta y seis navíos y más de 25.000 hombres, el 13 de marzo del año 1741 se avista por Punta de Canoa en la costa cartagenera la altiva bandera británica. La guarnición española de Cartagena de Indias, en ese momento, contaba con unos escasos tres mil hombres y tan solo seis navíos. Es entonces cuando el Almirante Blas de Lezo hábilmente organiza la defensa de su Comandancia con extraordinario ingenio, valor, engaño y resistencia. El resultado fue que, después de casi dos meses de asedio británico a Cartagena de Indias, la flota inglesa hubo de huir a la isla de Jamaica sin conseguir ninguno de sus objetivos y con graves pérdidas humanas y materiales.

Tamaña hazaña defensiva, teniendo en cuenta la desproporción de fuerzas y medios, fue una afrenta para el vanidoso orgullo británico y una de las más humillantes derrotas bélicas en toda la historia de la Real Marina inglesa. Tanta fue la humillación, que el propio rey inglés Jorge II prohibiría a sus cronistas que hiciesen mención alguna de tal suceso. La realidad fue que este evento histórico supuso el liderazgo español en los mares de todo el mundo hasta la fatídica batalla de Trafalgar, producida en el año 1805, donde España perdería su poderío y esplendor en el mar. Don Blas de Lezo moriría enfermo de Peste en Cartagena de Indias a los pocos meses de su gesta, posiblemente por la infección de los cadáveres insepultos producidos en la terrible batalla. Fue enterrado el héroe español en una fosa común en Cartagena de Indias. Años más tarde, la Corona española le recompensaría, a título póstumo, con el Marquesado de la Real Defensa. Nunca, probablemente, un título nobiliario en toda la historia de España haya sido de tan justo nombre concedido jamás. Sea esta reseña histórica un pequeño homenaje a tan grandísimo hombre, militar y marino español.

(Imágenes de Don Blas de Lezo; Grabado de Navíos de guerra en batalla; Fotografía actual de Cartagena de Indias; Plano de esta ciudad en el siglo XVIII, actual Colombia.)

19 de agosto de 2009

Ayer y hoy: La Habana y Sevilla.



La catedral de La Habana, de estilo barroco colonial, fue construida en el año 1788, ampliándose y mejorándose a lo largo de todo el siglo XIX. La catedral de Sevilla, de estilo gótico tardío, fue comenzada en el siglo XIII en el mismo lugar donde radicaba una mezquita árabe, recinto donde, anteriormente, estaba edificada una antigua iglesia visigoda. Su construcción se prolongaría hasta los comienzos del siglo XVI. Fue terminada y sufragada en gran parte gracias a los parroquianos y prohombres de la ciudad hispalense. Hoy es el edificio religioso de estilo gótico más grande del mundo.

(Imágenes antiguas: Tarjetas postales de la Unión Postal Universal del año 1908; Imágenes actuales: Dos fotografías: una analógica, La Habana, Cuba, 1997; otra digital, Sevilla, España, 2009.)

16 de agosto de 2009

Una plaza en París y una batalla perdida: El Trocadero.



La guerra de la Independencia en España (1808-1814), consecuencia de la invasión napoleónica en la península, promovió el movimiento liberal y una tendencia política, iniciada ya por la revolución norteamericana del año 1776 y de la francesa del año 1789, de apertura social y política en la España de comienzos del siglo XIX. La Constitución de Cádiz del año 1812, primera en la historia de España, marcaría un impulso reformador y parlamentarista único, tanto fuera como dentro del propio país. La guerra contra el invasor Napoleón sería ganada y el rey de España, Fernando VII (1784-1833), regresaría pronto del exilio francés, anularía la Constitución y se apoderaría de sus antiguos privilegios sin resistencia popular. Pero, antes de eso, en plena guerra aún contra Francia, cuando los criollos -españoles nacidos en América- de los virreinatos americanos se levantaran contra una España entonces desvalida y sangrante, ésta se encontraría luchando además contra aquellos sublevados hermanos de sus provincias de Ultramar. El rey ordenaría en el año 1819 enviar varios batallones para contener, desesperadamente, aquella rebelión americana.

En Andalucía se prepararía un batallón al mando del coronel Rafael del Riego, fuerza militar que debería embarcar en Cádiz con destino a Méjico lo antes posible. En el camino a esa ciudad andaluza, muy cerca de la población sevillana de las Cabezas de San Juan, el coronel del Riego acabaría, sin embargo, pronunciándose el 1 de enero de 1820 contra el rey Fernando VII y su antiguo régimen de nuevo implantado. Las tropas españolas no se embarcarían con destino a América, ni entonces ni durante los tres años siguientes. Así fracasarían, por tanto, los últimos auxilios a los regimientos realistas que aún luchaban, olvidados y alejados, contra los rebeldes americanos, éstos cada vez más apoyados por algunos otros estados europeos interesados en desestabilizar a España.

El período liberal promovido por del Riego duraría tan sólo tres años escasos, desde 1820 a 1823, ya que los estados europeos de entonces no toleraron, sin embargo, un régimen tan liberal y tan parlamentario en España, algo que pondría en peligro la estabilidad de sus poderes reaccionarios en gran parte de Europa. Así que la misma Francia lideraría por entonces, organizado en el Congreso de Verona (1822), la posibilidad de invadir -de nuevo- con un ejército muy numeroso al país que, sólo diez años antes, el propio Napoleón no habría conseguido doblegar con el suyo. Fue muy rápida la marcha de aquel ejército invasor por la península, ya que sus fuerzas debían llegar incluso hasta la alejada ciudad de Cádiz, situada muy al sur, en donde se habían refugiado el gobierno liberal y el retenido rey Fernando VII.

Y esa luminosa, bella y atlántica ciudad española sería por entonces bombardeada extraordinariamente. Pero, tan sólo los fuertes que protegían la entrada a la bahía serían abatidos, sobre todo la fortaleza de San Luis del Trocadero. Como resultado de aquel asedio, el gobierno liberal no tuvo más remedio que negociar con las tropas invasoras. Fue derogado en el acto el gobierno liberal y el rey Fernando VII recuperaría todo su poder absoluto, llevando entonces a España a las más oscuras páginas de su historia. En homenaje a aquella batalla, llamada del Trocadero, donde entonces el Fuerte de San Luis fuese tomado por las fuerzas invasoras francesas -Los cien mil hijos de San Luis-, se daría nombre luego en París a una famosa plaza y sus jardines del Trocadero, situados cerca del río Sena y frente a la famosa Torre Eiffel parisina. Todas estas historias muy curiosas de liberalidad, pseudo-progresismo europeo, traición fraternal e ironía política.

(Imágenes fotográficas de París, Torre Eiffel, Jardines y plaza del Trocadero; Fotografía más abajo de la Plaza de España en Cádiz, con el monumento a la Constitución del año 1812, y vista de la ciudad atlántica gaditana, España).

15 de agosto de 2009

Antología lírica: del poeta sevillano Rafael Montesinos.



- ¿Y si al final resulta que no somos,
ay Fabio, qué dolor,
más que ruinas, última locura,
memoria insoportable, sólo un grito
en el momento de caer rendida
la última pared, entre el adobe,
la ceniza y el polvo?

- No preguntes. Yo fui pared un día,
sostenida ruina de la nada,
mustio collado de mí mismo.
Escúchate y dispónte a sentir cómo te caes,
campo de soledad, sobre tus años.

Diálogo con un viejo poeta sevillano, del poeta sevillano Rafael Montesinos (1944-1995).


¿La felicidad, dices? Quizá sea
simplemente vivir, sentirse vivo
en medio de las cosas destinadas
a durar más que uno, o frente al amplio
ventanal del verano y su lentísimo
atardecer, oír las golondrinas,
que en sus rápidos gritos nos recuerdan
el chirriar del eje del estío.

Alguien me pregunta por la felicidad, versos de Rafael Montesinos, poeta español (1944-1995).

(Fotografía de las ruina romana de Itálica, Sevilla, España.)

14 de agosto de 2009

Versos y ruinas: canto a la antigua urbe romana de Itálica.



Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Itálica famosa.

Aquí de Cipión la vencedora
colonia fue; por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente
de su invencible gente.

Sólo quedan memorias funerales
donde erraron ya sombras de alto ejemplo;
este llano fue plaza, allí fue templo;
de todas apenas quedan las señales.

Del gimnasio y las termas regaladas
leves vuelan cenizas desdichadas;
las torres que desprecio al aire fueron
a su gran pesadumbre se rindieron.

Este despedazado anfiteatro,
impío honor de los dioses, cuya afrenta
publica el amarillo jaramago,
ya reducido a trágico teatro,
¡oh fábula del tiempo, representa
cuánta fue su grandeza y es su estrago!

(Fragmento de Oda a las Ruinas de Itálica (Sevilla, España), de Rodrigo Caro (1573-1647), poeta sevillano del Siglo de Oro español.)

(Fotografías de las ruinas de la antigua ciudad romana de Itálica, Sevilla, España.)

11 de agosto de 2009

Historia y Arte: el poder efímero.



Cuando el rey de España de entonces, Felipe IV (1605-1665), mandase construir en el año 1633 el Salón del Reino para el Palacio del Buen Retiro de Madrid, deseaba que ese recinto palaciego resaltara la grandeza del inmenso reino español. En todas las lunetas de la gran bóveda del Salón se situaron los veinticuatro escudos heráldicos de los diferentes reinos que configuraban el imperio hispano: Aragón, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Córdoba, Granada, Jaén, Murcia, Navarra, Sevilla, Toledo, Valencia, Vizcaya, Portugal, Austria, Borgoña, Brabante, Cerdeña, Méjico, Flandes, Milán, Nápoles, Sicilia y Perú.
 
Además, se colgarían también de sus muros una serie de obras de Arte barroco, óleos encargados por su majestad que representaban las batallas victoriosas que tuvieron lugar en los diferentes y muy lejanos lugares del inmenso imperio. He aquí una muestra de aquel extraordinario Arte barroco hispano en algunos de aquellos magníficos lienzos expuestos por entonces en aquel palacio madrileño. De izquierda a derecha, y de arriba a abajo:

Óleo Recuperación de la Bahía de Brasil por don Fadrique de Toledo, pintado por Juan Bautista Maíno (1578-1649); Cuadro Socorro de Génova por el segundo Marqués de Santa Cruz, 1634, del pintor Antonio de Pereda (1608-1638); Oleo Rendición de Juliers a Ambrosio de Spínola, del pintor Jusepe Leonardo ( 1601-1652); Óleo La Recuperación de la isla de Puerto Rico por el gobernador don Juan de Haro, del pintor Eugenio Cajés (1575-1634); Lienzo Recuperación de la isla de San Cristóbal en las Antillas por don Fadrique de Toledo, por entonces en manos esta isla de aventureros ingleses y franceses, del pintor Félix Castello (1595-1651); Óleo Defensa de Cádiz frente a los ingleses llevada a cabo por el Marqués de Medina-Sidonia, del pintor Francisco de Zurbarán 1598-1664.

Al pasar de los años, excepto Cádiz, todo se perdería...  La gloria y grandeza de aquel inmenso imperio español se desdibujarían para siempre. Es la realidad de la historia, de toda historia, la cual se relativizaría ya, sin embargo, en otro extraordinario cuadro del Arte barroco español -abajo- de aquellos fecundos años artísticos de entonces, cuando el pintor barroco Antonio de Pereda compusiera, inspirado, su obra Vanitas (la vanidad se apagará ineludiblemente frente a la muerte y el fatal destino).

9 de agosto de 2009

El mito hispano de Bonaerges.



Hijo del Trueno (Bonaerges) llamaría Jesús de Nazaret a Santiago el Mayor. La Cristiandad en el siglo IX necesitaba de un mito para la Hispania ocupada entonces en gran parte por el Islam. Un rey leonés y un obispo gallego sólo acabaron promoviendo algo que el pueblo deseaba con ardor. La Europa cristiana ayudaría además a cimentar un lugar sagrado y de peregrinaje, un santuario que necesitaría tanto como la España incipiente lo anhelase..., una nación que comenzaría a crearse, poco a poco, a golpe de espada, sangre y fe.

El Camino de Santiago que dirigía a ese enclave hispano situado en los confines del mundo conocido fue un motivo de impulso sagrado para una religión asediada, un hecho que marcaría además la cohesión cultural necesaria de lo que se dió en llamar luego mundo Occidental. Todo sirvió entonces a fin de cuentas... Las huestes castellano-leonesas, catalano-aragonesas, navarras y portuguesas acabarían reconquistando toda la península ibérica y expulsando a los sarracenos invasores al fin. Esa misma península que un día de aquel aciago año 711 se acabaría perdiendo a manos de un emergente poder islámico, un imperio que, sólo cien años antes, habría comenzado ya una hégira -una lucha de conquista- que llegaría a durar desde entonces por más de 1200 años casi.

(Imágenes del apóstol Santiago el Mayor, Catedral de Santiago de Compostela, año 2009, Santiago, Galicia, España).

1 de agosto de 2009

Un castillo, un funcionario y un conquistador español.




El castillo de la Mota fue una fortaleza española situada en la población vallisoletana de Medina del Campo. Su historia alcanza incluso a los primeros años del siglo XI, aunque el castillo se configuraría como tal fortaleza a comienzos del siglo XV, cuando los reyes Juan II y Enrique IV de Castilla impulsaran su áuge definitivamente. A mediados del siglo XVI el hermano del que fuera conquistador del Perú -Francisco Pizarro-, Hernando Pizarro (1478-1575), acabaría encarcelado en esa fortaleza del Castillo de la Mota ante las sospechas de su participación en las muertes de Alvarado y Almagro, dos conquistadores españoles asesinados por las intrigas e intereses intestinos -enfrentamientos entre almagristas y pizarristas- del virreinato del Perú.

También sería condenado a permanecer en ese castillo don Rodrigo Calderón (1577-1621), conde de la Oliva de Plasencia, secretario real que fuera del rey Felipe III, acusado por entonces de asesinato e intrigas palaciegas, por lo que fue finalmente ahorcado en Madrid en el año 1621. El cuadro donde aparece el conde de la Oliva de Plasencia a caballo, es una pintura del año 1612 del gran pintor barroco Pedro Pablo Rubens (1577-1640), pintor de la corte española en aquella época dorada del imperio hispano. La obra se encuentra actualmente en Londres, en la Royal Collection (Colección real británica).

(Imagen del Castillo de la Mota, Medina del Campo, Valladolid, España; Óleo de RubensDon Rodrigo Calderon, 1612, Royal Collection, Londres; Detalle del mismo óleo, Rubens.)

28 de julio de 2009

Un pintor postimpresionista: Vincent van Gogh.



Vincent van Gogh (Holanda, 1853-1890), aunque conoció a los pintores impresionistas más importantes del momento (Degas, Pisarro), en plena madurez artística abandonaría la superficialidad impresionista y comenzaría a captar la esencia más profunda de las cosas (postimpresionismo). Es por esto por lo que acentuaría van Gogh más los contornos de sus figuraciones, destacando así las tonalidades con colores más vivos, colores que utilizaría mucho más por su valor simbólico y expresivo que por su valor cromático. En el año 1890 se trasladaría a Francia, cerca de París, para estar junto a su amigo el doctor Gachet, gran amante y mecenas del Arte. Durante su estancia en casa del doctor sufrirá una crisis depresiva que le llevaría a dispararse un tiro de revólver, falleciendo días después del fatídico incidente. La pintura de van Gogh supuso una gran influencia artística, sin embargo, en la tendencia expresionista posterior, lo que llevaría a revolucionar la pintura de todo el tortuoso, desorientado y ecléctico siglo XX.

(Óleos todos de Vincent van Gogh: El doctor Gachet, 1890, Museo de Orsay, París;  Camino con ciprés y estrellas, 1890; Cartero Roulin, 1888, Museo de Boston.)

21 de julio de 2009

¿Qué significa para ti mi nombre?



¿Qué significa para ti mi nombre?
Morirá como muere el triste ruido
de ola que rompe en la lejana orilla,
cual son nocturno en el bosque tupido.

Como único recuerdo, en un papel
dejó su muerte rastro, semejante
a un epitafio en raros caracteres
en una lengua que no entiende nadie.

¿Qué fue de él? Olvidado está hace tiempo
entre emociones agitadas, nuevas,
porque no dejará a tu alma mi nombre
memoria alguna que sea pura o tierna.

Pero en las horas tristes, en silencio,
pronuncia con angustia el nombre mío:
Di: ¿hay corazón en el que yo esté vivo?

Alexandr Pushkin, poeta ruso (1799-1837).

(Imagen de la Estatua de Pushkin, San Petersburgo, Rusia.)

18 de julio de 2009

Fascinación por el Arte español: Galería Nacional de Escocia.



Desde que los británicos volvieran sus ojos ávidos de Arte, al final del siglo XVIII, de Italia a España, las colecciones de algunos grandes creadores españoles fueron creciendo en el siguiente siglo XIX en toda Gran Bretaña. La guerra de la Independencia española impulsaría el coleccionismo del Arte hispano tanto en la aristocracia inglesa como en la misma corona británica. 

He aquí una muestra de esa Arte español en Gran Bretaña, desde un Arcángel San Miguel, de un pintor valenciano del siglo XV, hasta Cabeza de Rafael, del pintor Dalí (una obra pintada a mediados del siglo XX). Además podemos ver obras de: El Greco, Velázquez, Murillo, Goya, Picasso, todos lienzos de artistas españoles en la Galería Nacional de Escocia, que celebra en estos días un homanaje al Arte español).

11 de julio de 2009

Un Retablo flamenco, una prevaricación y un relato.



Esta vez un óleo, una obra del pintor flamenco Hugo van der Goes, La Adoración de los reyes, que se encontraba en el monasterio gallego de Monforte de Lemos, acabaría en Alemania después de que un museo berlinés pagara una sustanciosa cantidad de dinero. Todo empezaría porque la orden religiosa de los escolapios del monasterio de Lemos en Lugo, requería de unos medios económicos de los que carecían para tratar de evitar el derrumbe del tejado de su colegio. Los religiosos solicitaron primeramente el dinero al duque de Alba, también conde de Lemos, negándose a esa donación. La situación obligaría a que los jesuitas, con su proverbial ingenio, recordaran entonces que en el monasterio existía un cuadro valiosísimo del pintor flamenco. Ese lienzo había sido donado al monasterio por el cardenal Rodrigo de Castro a finales del siglo XVI. Así que los escolapios decidieron, sin ningún pudor, tranquilamente vender el cuadro para obtener los fondos necesarios para la rehabilitación. Debían, eso sí, pedir antes permiso al duque. Este lo autorizó, pero con la condición de que fuese el gobierno español el primero en recibir la oferta de venta. 

Por aquellos años, 1908, el ministro correspondiente -Instrucción Pública- de la salvaguarda artística era, nada más y nada menos, que el inefable conde de Romanones. Este recibió la oferta y argumentó que el Estado no podía adquirirlo, que carecía del dinero necesario, ¡y esto a pesar de ser Romanones miembro de la Academia de Arte de San Fernando! El museo de Berlín a principios de siglo era muy activo en conseguir obras de grandes maestros, allá donde estuviesen. En el año 1903 habían conseguido ya La Adoración de los pastores del mismo pintor, van der Goes, y los alemanes se habían propuesto obtener el óleo de Monforte de Lemos al precio que fuese. Fue todo un entramado novelesco, llevado casi en secreto, tratando así de evitar que los americanos -buitres del arte- se enterasen de nada. Se llegaría hasta organizar una subasta en Madrid en el año 1910, donde todo aquel que no fuese el Museo de Berlín no pudiese pujar. Así que los escolapios empezaron a embalar el cuadro para hacer la entrega cuando, ahora, otro nuevo ministro, que había cambiado recientemente, Julio Burrell, ordenaría incautar el cuadro. Pero un nuevo atentado político, el grave asesinato del entonces presidente del gobierno Canalejas, cambiaría el gobierno, poniendo además a Romanones a la cabeza del mismo. Este anularía la incautación y entregaría el cuadro a los alemanes. Salió del puerto de Vigo hacia el museo berlinés... días antes del robo de Santa Cruz...

- ¿Cuánto pagaron los alemanes por el óleo de van der Goes?
- Algo más de un millón de marcos.

(Extracto breve de un relato histórico, basado en el robo de un cuadro renacentista en la España de comienzos del siglo XX, producido en la iglesia de Santa Cruz de la población riojana de Nájera.)


(Óleo Adoración de los Magos, 1475, de Hugo van der Goes, pintor flamenco (1440-1482), Museo de Berlín).


9 de julio de 2009

Hace un siglo surgió: el Expresionismo



En estas pinturas de Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) observamos una técnica pictórica que revolucionaría el mundo artístico a comienzos del siglo XX: el Expresionismo. El pintor alemán Kirchner fue uno de los primeros que crearon en su país el grupo artístico que iniciaría ese movimiento. Esta tendencia artística comenzaría, entre otras cosas, por una oposición frontal a la sociedad de su época y a su positivismo materialista. Fue realmente un nuevo Romanticismo, una pasión del alma atormentada que buscaría reflejarse en las distorsionadas y diferentes formas de sus obras. 

Coincidió con el auge de la filosofía nihilista de Nietzsche así como con la necesidad de renovar el Arte..., buscando entonces lo esencial y propiciando un impulso al sentimiento vital más necesitado. El Expresionismo trataría de desarrollar un estilo de gran espontaneidad expresiva, exento de todo academicismo y rigor, como los pintores románticos del siglo anterior lo hicieran también. El movimiento expresionista surgiría en Alemania, pero inmediatamente se propagaría a Holanda, a Bélgica o a Francia. Llevarían su peculiar tendencia a otras artes, como a el cine o a la música. Desde el año 1905 hasta el año 1933 se prolongaría el movimiento artístico expresionista en Alemania. Fue defenestrado desde 1933 por el nazismo, que lo consideró un arte degenerado, y muchos de sus artistas fueron proscritos y sus obras expresionistas destruidas para siempre.