19 de diciembre de 2009

Orfeo: un deseo y una tentación fatídica.



Orfeo fue un curioso personaje de la mitología griega al que el dios Apolo le ofreció unos dones. Entre ellos la música, para que, con su lira, pudiera componer los cantos más poderosos. Tan poderosos que hasta las fieras, las rocas, las aguas, las tormentas o lo más terrible de la naturaleza se tranquilizaran al oírlos. Orfeo se enamoró de la bella ninfa Eurídice, la cual en una ocasión fue sorprendida por un personaje siniestro que quiso forzarla vilmente. En su huida, Eurídice es atacada por una serpiente que la mata rápidamente. Orfeo, ahora enloquecido, solicita a Zeus -el dios más importante del Olimpo- la posibilidad de bajar a los infiernos a buscarla. Hades, el dios del inframundo, accedería a que Orfeo finalmente pudiera entrar en el infierno y sacar a su mujer del Hades.

A cambio, sólo pondría Hades una condición a Orfeo: que no la mirase a ella hasta llegar al exterior del infierno, que esperase así hasta que Eurídice estuviese fuera de sus puertas. Pero, para cuando ellos están llegando por fin a la salida, no pudo resistir él la tentación y giraría levemente entonces la cabeza. Así lo hizo para ver si su mujer lo seguía. En ese momento Eurídice desaparecería para siempre. Esta célebre leyenda mítica es una alegoría del hombre que no puede resistir la tentación. A pesar de que se nos avisen incluso, siempre creeremos que habrá otra nueva oportunidad. ¡Que, finalmente, no se nos va a condenar por ello! Pero la vida y la muerte obedecen a leyes inapelables e irreversibles. A pesar de esto seguiremos, como Orfeo, creyendo que podemos mirar atrás y no nos pasará nada, que sólo se nos reprochará, levemente si acaso, nuestra infantil temeridad tan ingenua. Pero eso es sólo una ilusión, una muestra más de nuestra absoluta, completa y frágil debilidad.

(Imagen del cuadro El mito de Orfeo, del pintor Marc Chagall; Cuadro Lamento de Orfeo, de Alexandre Séon; Lienzo Orfeo y Eurídice, de Rubens.)

9 de diciembre de 2009

Un relato, una obra de Arte, una natividad perdida... y un deseo.



El gran pintor italiano del Barroco Michelangelo Merisi de Caravaggio (1571-1610) pintaría en el año 1609 el lienzo Natividad con San Francisco y San Lorenzo. Fue una obra encargada para el oratorio franciscano de San Lorenzo en la ciudad de Palermo, Sicilia. De una composición sobria y nada convencional, sobre todo para lo que, por entonces, se consideraría un relato evangélico tan especial y estereotipado como ese. Porque ahora, en este lienzo del Barroco caravaggista, tan sólo el ángel ofrecerá aquí un claro símbolo sagrado a la imagen, siendo así el perfil del resto de los personajes, de sus figuras y sus gestos, trazados con rasgos más humanizados y más vulgarizados, para nada hieráticos o sacralizados como los de antes. Todo esto algo por entonces, sin embargo, muy impropio en este tipo de escenas divinas y referidas a la Natividad.

El diecisiete de octubre del año 1969 sería robada esta obra del oratorio de San Lorenzo. Desde entonces, el lienzo se encuentra absolutamente perdido. En estas fechas navideñas es ahora como una metáfora... Porque para muchos de los que, alguna vez, la Navidad fuera algo significativo y familiar, pero que se perdió en la bruma de los años, representará, tal vez, un símbolo, casi un desconocido presagio. Al parecer, un miembro arrepentido de la mafia italiana, Francesco Marino Mannoia, explicaría en un juicio llevado a cabo en el año 1996 cómo fue el robo: Se arrancó el lienzo del marco con una hoja de afeitar, lo que le ocasionó al cuadro algunos graves desperfectos. Cuando el comprador lo vió se echó a llorar y decidimos destruirlo, ya que era del todo invendible...

Otro mafioso, Salvatore Cangemi, aseguraba que no se destruyó el lienzo, que se expone aún en las reuniones de la Mafia algunas veces...  El caso, es que no se ha recuperado nunca esta obra maestra de Caravaggio. Sin embargo, los Carabineros italianos no se muestran para nada vencidos, sino todo lo contrario, confían en poder recuperarlo algún día. El hecho de que muchas de estas obras hayan desaparecido desde hace tantos años no nos desalienta, y continuaremos buscándolas siempre, dijo un responsable de los Carabineros para la Tutela del Patrimonio Cultural italiano. No estaré satisfecho hasta que encontremos la Natividad de Caravaggio, declaró hace unos años el general carabinero Conforti. Así como estos agentes policiales expresarán su deseo por recuperar esa obra de Arte desaparecida, algunos puedan ahora, así, interiormente quizá, desear o expresar también el poder recuperar esa otra emoción perdida... Esa otra natividad extraviada u olvidada hará años, alguna vez, cuando la vivieran ya, por entonces, como aquellos que, antes de extraviarse el Caravaggio, pudieron también así disfrutarlo...

(Óleo Barroco sobre lienzo, del año 1609, Natividad de San Francisco y San Lorenzo, del pintor italiano Caravaggio, óleo perdido desde el año 1969.)

6 de diciembre de 2009

Un colorido intenso, una época postimpresionista y un pintor desconocido.



Un gran representante del Postimpresionismo español -también conocido como Modernismo- lo fue el pintor catalán Hermenegildo Anglada Camarasa (1871-1959). Junto a Sorolla y Zuloaga, fue uno de los grandes pintores del primer arte novocentista español. En París estableció su estudio artístico, influenciándose además por autores franceses como Degas y Toulouse-Lautrec. Desconocido, sin embargo, para el gran público, en esta pequeña selección de su obra se observa ahora su estilo particular, un estilo que puede incluso compararse con el tan conocido y valorado pintor, del movimiento de la secesión vienesa, Gustav Klimt. Pero en el Arte, como en la vida, en la gloria y en el reconocimiento, no siempre se repartirá su veleidosa bendición a todos por igual... He aquí una muestra de ello.

(Imágenes de obras del pintor Anglada Camarasa: Granadina, Museo de Arte de Catalunya, Barcelona, España; Sevillana, Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, Argentina; Desnudo bajo la parra, Museo Bellas Artes de Bilbao, País Vasco, España; Retrato de Sonia Klamery, Museo Reina Sofía, Madrid, España; y Los ópalos, Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, Argentina.)