9 de septiembre de 2009

Una visión, un cuento y un enigmático pintor renacentista.



Sandro Botticelli (1444-1510) fue un gran pintor del Renacimiento italiano que, sin embargo, no sería descubierto por el público sino hasta el siglo XIX, cuando por entonces los críticos y pintores admiraron su obra tan sublime. Su estilo inconfundible está situado entre el medievo tardío -gótico final- y el Renacimiento inicial, un periodo de gran escalada de virtuosidad artística habido en el Arte. Con el trazo lineal de sus figuras humanas, con sus caras ovaladas, el uso de veladuras o su riqueza cromática, Botticelli muestra en sus creaciones un universo original, bello, imaginario y enigmático. En un encargo de cuatro tablas a su taller (los pintores disponían de discípulos que realizaban parte de sus obras) con motivo del enlace nupcial entre dos importantes familias florentinas, Botticelli acudiría a la literatura de Boccaccio (1313-1375) para inspirarse con el fantástico y original relato La historia de Nastagio degli Onesti.

El relato medieval narra el triste destino de un joven que, abandonado por su amada, sale a pasear meditabundo y resentido a un bosque a las afueras de Rávena. Entonces, de pronto, tiene una visión fantasmagórica que reproduce con un realismo extraordinario el futuro terrible que la relación con su amada llevaría sin remedio. Esa visión es la que el pintor nos ofrece en tres de las cuatro tablas pintadas al temple. En la primera de ellas el joven desengañado pasea ensimismado por el bosque, pero de pronto (se repite su misma figura en el cuadro) se sorprende al ver cómo una joven es perseguida por unos perros salvajes y un caballero. Un personaje que, con su espada desenvainada, la persigue ahora fieramente en su caballo. Este caballero le cuenta a Nastagio que ellos -la dama y él- están condenados eternamente a realizar esta persecución por el bosque. El motivo de la impenitente y trágica acción fue causada por el suicidio del amante, al haber sido rechazado él por su prometida, la misma dama perseguida.

En la segunda tabla el caballero toma el corazón de la joven entre sus manos, horrorizando a Nastagio que no deja de ver cómo se repite la escena una y otra vez. En una tercera tabla se observa la misma escena del caballero y su frustrado amor, pero ahora es cuando el joven Nastagio invita a su amada y su familia para que vean ellos lo mismo que ahora está viendo él. Esto causa un gran impacto en todos, en su amada y en los demás, cambiando entonces todos, su familia y ella, de actitud para terminar por acceder a casarse ella con Nastagio. La cuarta tabla muestra el feliz acontecimiento nupcial. Los sueños o visiones o intuiciones que a veces tenemos no podremos nunca reproducirlos en los demás con la claridad que los vemos. Esta frustración tan humana consigue el pintor, sin embargo, realizarla bellamente y llevarla a cabo en la realidad de los otros sublimando con su Arte el curioso relato del Decamerón, una obra literaria escrita en el año 1350 por el poeta Boccaccio.

(Cuatro tablas de Sandro Botticelli: La historia de Nastagio degli Onesti, 1483, las tres primeras en el Museo del Prado, Madrid, España, la cuarta obra en una colección particular en Florencia, Italia.)

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